domingo, noviembre 28, 2010

Testigo.

La mayor parte del tiempo nos la pasamos ignorando las cosas simples que, siempre resultan ser las mas importantes. Recibí una invitación para conocer un lugar en Jarabacoa llamado: La Jamaca de Dios; pero primero debía pasar por la Ciudad Corazón a reunirme con esta persona tan especial que me llevaría hasta ese lugar paradisiaco.
A mi llegada, luego de tomar un rico café, partimos con destino a Jarabacoa, pero al cruzar por un lugar específico del pueblo, surgió la idea de visitar el Hospicio de ancianos de la zona. Tan pronto escuché la sugerencia dije que si. Todo aquel que me conoce un poquito sabe del respeto e interés que siento por nuestros mayores y más aun si todavía tenemos el privilegio de tenerles entre nosotros, a pesar de la poca atención que, la mayoría de las veces, nos dignamos en prestarles.

Aparcamos muy cerca de la puerta que da paso al jardín que rodea esta grande y vieja, aunque bien cuidada, edificación. Luego de preguntar sobre la posibilidad de visitar el recinto, el portero nos comunica que los Domingos solo les es permitido visitar a los familiares de los residentes, pero aun así, nos dice que podemos pasar... Al parecer algo en nuestras auras influyó en su decisión, o simplemente no halló nada de malo en que estas solitarias y abandonadas almas recibieran algo de atención aunque fuera de manos de unos extraños.

Entramos y en seguida resaltan ante mi vista, estos cansados seres colgando de sus inseparables sillas de ruedas que ya forman parte de su cuerpo deteriorado por los años, más los múltiples achaques que el tiempo se encargó de guardarles. Alcanzo a contar unos siete, dispersos por todo el jardín y la terraza. Sigo adelante y no consigo evadir la impresión que me causa la mezcla de tantas emociones que allí se manifestaban crudamente. Migue (así se llama la persona con quien andaba) rompe el hielo saludando a todos l@s ancianit@s que encontrábamos a nuestro paso. Ella tiene la experiencia debido a que hacía estas visitas tiempo atrás, aunque me confesó que había pasado mucho tiempo desde su última vez. Yo ya le había comunicado sobre la inquietud que sentía por hacer este tipo visitas, motivo por el cual, había surgido la propuesta de que nos detuviésemos allí.
Continuamos caminando por un gran pasillo abierto y Migue me dice que reconoce a una señora sentada en un banco a pocos metros de nosotros. La señora es ciega y muda, mas nos acercamos a ella y Migue le dice: ¡Hola!, ¿Cómo estás?... La señora, sube su cabeza, extiende las manos para intentar hacer contacto con las de Migue, al tiempo que trataba de comunicarse mediante unos sonidos que no podíamos descifrar pero que, claramente dejaban notar su alivio y aprobación. Migue, le pasa la mano por su cabeza repleta de canas. Estas, estaban ceñidas a su cráneo puesto que llevaba su pelo bien recogido en una cola; mas ella le deja saber que, según su parecer, tenía el cabello descuidado y toma las manos de Migue entre las suyas para retirarlas de su cabeza. Al cabo de unos segundos, Migue vuelve a pasarle su mano por la cabeza y... Todo cambió. Migue, de pie frente a la señora; Ella, sentada desde su banco, se aferró a las piernas de Migue como si fuera la última vez que tendría la oportunidad de recibir este sencillo y poderoso gesto de cariño, tan común y subestimado por la mayoría de nosotros, los seres humanos. No pude contener mis lágrimas y casi perdí la compostura. Ver justo en frente de mi tal manifestación _completamente desinteresada_ de cariño, una necesidad del mismo tan grande y en una misma acción, hizo que me conmoviera tanto que todo lo que sucediera después de ese episodio resultaría irrelevante, no por el hecho de ser menos importante, sino por la magnitud de la nobleza del mismo.
Esa fue una imagen que nunca se borrará de mi memoria y mucho menos de mi corazón. Fui testigo de lo que puede ser capaz el espíritu humano, tanto dando como recibiendo y no creo poder volver a ser el mismo luego de haber presenciado este hermoso, intenso y agridulce momento en mi vida.

LA JAMACA DE DIOS resulto ser otro bonito y exclusivo proyecto al cual solo el dinero puede dar acceso.

...Somos tanto y hacemos tan poco...

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